Los alimentos procesados contienen una mayor cantidad de sal, azúcar y grasa con el mismo alimento en estado natural. Además, durante su procesamiento pierde gran parte de los beneficios nutritivos del mismo. Y, a pesar de ello, los consumimos con absoluta normalidad. ¿Por qué?
Algunas personas consumen en exceso este tipo de comidas por desconocimiento. Otras por comodidad e incluso, muchas veces, simplemente porque parecen más agradables de sabor y aspecto. Gracias a los procesos de manipulación físicos y químicos, la industria alimenticia consigue “colar” en nuestras casas productos que podríamos tomar de manera más natural y aprovecharnos de sus propiedades nutritivas por eso conviene plantearse qué son los alimentos procesados y por qué es aconsejable reducir su ingesta.
Alimentos procesados: qué son y por qué evitarlos
Los alimentos procesados no son más que todos aquellos alimentos que son tratados mediante procesos físicos y/o químicos para mejorar algunas características de los mismos como potenciar su sabor y aroma, modificar su color, alterar su textura o prolongar su tiempo de conservación.
Dicho así, parece que no existe problema alguno con este tipo de alimentos sino al contrario pero no todo es tan bonito como aparenta. Durante los procesos de manipulación a la que se ven sometidos los productos se modifican las propiedades que dicho alimento posee en estado natural. Entre los cambios más comunes están la pérdida de agua y contenido en fibra así como un aumento de su densidad calórica.
En el Rincón de Miriam Marta Andrés Calleja puedes encontrar un listado de esos alimentos que deberías evitar o, al menos, limitar su ingesta habitual aunque aquí te comentamos algunos más. Un ejemplo muy habitual: los productos en conserva. Para poder comercializar un producto enlatado se le somete a procesos en los que se pierden minerales como el potasio, magnesio y calcio así como algunas vitaminas mientras que se aumenta la cantidad de sodio (sal). Así, de un alimento como un marisco o pescado que nos puede aportar grandes propiedades en estado natural nos queda un producto con alto contenido en sal y con un aporte nutritivo empobrecido.
Otro ejemplo son las comidas preelaboradas o precocinadas. Este tipo de productos, así como las latas en conserva pueden venir muy bien en muchos momentos como preparar algo rápido un día que no tenemos tiempo de cocinar o de ayuda para gente que no sabe cocinar nada en absoluto pero su consumo en exceso puede ser perjudicial para nuestra salud.
Este tipo de comidas tan habituales de encontrar en supermercados contienen más sal, azúcar y grasas que la misma comida cocinada por nosotros mismos en casa además de productos como conservantes y colorantes. De manera que, además de no beneficiarnos de las cualidades nutritivas de los alimentos que vamos a ingerir tomamos una mayor cantidad de calorías y grasas que nuestro cuerpo no necesita y que pueden desembocar en problemas de obesidad y otros enfermedades.
Una dieta sana debería basarse en la ingesta de la mayor cantidad de productos frescos y naturales y reducir en la medida de lo posible el consumo de alimentos procesados. Evidentemente, a todos nos gusta salir de casa y tomar una hamburguesa con patatas, unos refrescos y algún dulce de postre. Y no está mal hacerlo de cuando en cuando pero una buena dieta no puede basarse en el consumo habitual de productos procesados por razones como la siguientes:
* Pierden parte de los beneficios nutritivos de los alimentos en estado natural
* Incorporan aditivos que pueden perjudicar nuestra salud e incentivar la aparición de problemas como obesidad y otras enfermedades
Una buena forma de empezar a reconocer cuáles son los alimentos procesados es fijarnos en las etiquetas de todo lo que vamos a meter en nuestro carrito de la compra. Si en su etiquetado aparecen más de 4 ó 5 componentes es una señal de alerta y habría que tratar de buscar una alternativa más natural del mismo. Tu cuerpo lo agradecerá.
