El colesterol es fundamental para que nuestro sistema cardiovascular funcione correctamente, sin embargo existen 2 tipos: el bueno y el malo. Para determinar qué tipo de colesterol tienes y si la cantidad es la indicada para una buena salud, te recomendamos realizarte un estudio de laboratorio de análisis clínicos y asistir con tu médico de confianza. Recuerda que estos análisis de colesterol deben hacerse con al menos de 9 a 12 horas de ayuno.
Es de suma importancia que tu nivel de colesterol sea menor a 200mg/dl, si sobrepasa esa cantidad es posible que el LDL(colesterol malo) se irá acumulando en las paredes de las arterias produciendo la arteriosclerosis, es decir que vayan estrechando y endureciendo los vasos sanguíneos, generando a su vez problemas cardiovasculares graves, incluso ataques cardíacos.
Recordemos que el colesterol es un tipo de lípido o grasa, sin embargo también debes de verificar en tu estudio de laboratorio de análisis clínicos tu nivel de HDL (colesterol bueno), ya que este nos ayudan a procesar ciertas hormonas, conservar en buen estado a las arterias, absorber y transportar vitaminas, etc. Para hacer que el colesterol malo baje pero que tengamos un saludable nivel de colesterol debemos de vigilar el tipo de grasas que estamos consumiendo.
Las grasas básicamente se clasifican en 3:
- Insaturadas. Son las más simples y saludables, las encontramos en el pescado, frutos secos, legumbres, aguacate y aceite de oliva, etc. Estas aumentan tu colesterol bueno y nos ayudan a reducir el malo.
- Saturadas. Estas aumentan el nivel de LDL, las adquirimos por medio de carnes, lácteos y sus derivados.
- Trans. También son llamadas hidrogenadas, las tomamos por medio de alimentos procesados y son tan dañinas que no solo aumentan el nivel de LDL si no que disminuyen el HDL.
Si deseas bajar tu nivel de colesterol debes de mantener una dieta equilibrada que incorpore más grasas insaturadas, erradicar por completo las grasas trans y reducir el consumo de las grasas saturadas. Recuerda hacerte un chequeo con un estudio de laboratorio de análisis clínicos al menos cada 5 años, o según la frecuencia que recomiende tu médico.